Fuimos cinco amigos a pasar cinco días. Cuando llegamos nos sorprendió lo bien cuidada que está. Es una casa antigua, de adobe y de techos muy altos, reformada pero conservando la arquitectura y materiales originales. Tiene barbacoa, piscina y hasta un olivar. La piscina tiene una maya alta para evitar que entren las avispas, no lo había visto antes pero es la mejor solución que he visto hasta el momento pues pudimos bañarnos tranquilamente sin tener que huir de los molestos bichos del campo. Comimos toda la semana barbacoa porque con la leña que había tenía un sabor buenísimo. También hay una cocina totalmente equipada, no solo vajilla, vasos y cubiertos nuevos, sino también sartenes buenas, batidora y toda clase de utensilios.
Hicimos también rutas de senderismo. El pueblo es minúsculo y está en medio del Parque Nacional de Cabañeros por lo que podíamos ir caminando a todas las rutas. También hicimos expediciones al pueblo, que son dos calles; eso sí, llenas de encanto. Con sus habitantes encantados de tener visitantes, muy atentos. La panadería hace pan de verdad y la gente mayor sale a la calle a hablar de sus vidas y pasar la tarde. Todo el mundo nos recibía con los brazos abiertos.
Hay Home Cinema! Sí! Pasamos alguna tarde viendo películas en la televisión de arriba y con el home cinema. Aunque realmente, a lo que más provecho sacamos fue a la piscina, las tumbonas, la barbacoa y la zona de estar de fuera. En medio del olivar hay un tobogán para niños (extrañamente también hicimos uso de él unas cuantas veces).
El propietario siempre atento y disponible ante cualquier duda.
Estábamos tan a gusto que decidimos alargar nuestra estancia dos días más.
Nos quedamos con ganas de ir en invierno y quedarnos en esta casa tan acogedora.
Sin ninguna duda; no sólo volveremos, sino que será nuestro lugar de descanso al menos una vez al año. Quedamos con ganas de ir en invierno y quedarnos en esta casa tan acogedora.